Escribe Susana Merlo
El viento de frente “corta”, frena, y hasta revuelca.
Sin duda, parecen muy lejanos aquellos tiempos en que todos los planetas se alineaban. Los precios internacionales por las nubes, y el clima local funcionando como un relojito suizo.
Para el campo, hoy, es uno de los momentos más inoportunos para las alteraciones climáticas, económicas, e internacionales que se están viviendo.
Es que es justamente ahora cuando se termina de hacer la planificación final de las siembras anuales, que comenzarán con el trigo en solo algunas semanas, y que además de ser el cultivo que abrirá el calendario agrícola, tiene la responsabilidad de ser el que debe compensar, aunque sea parcialmente, las terribles pérdidas que se vinieron sucediendo en la Pampa Húmeda con 3 inundaciones consecutivas, y luego, la aguda seca de casi 7 meses que hizo perder hasta el momento cerca del 30% del volumen de la última campaña de granos gruesos, o sea, unos 35 millones de toneladas de maíz y de soja.
Ahora, mientras las lluvias impiden terminar aún la recolección de más de 60% del maíz que resta y de cerca del 50% de la soja del cielo anterior (lo que podría ampliar las pérdidas), los productores y contratistas deben definir que quieren, y que “pueden” hacer.
Y es que si bien los precios que se esperan para el trigo futuro son bastante atractivos -alrededor de U$S 200 por tonelada para enero ´19-, y este cereal cuenta con precio “lleno” ya que le recortaron a 0% las retenciones en diciembre de 2015, los márgenes de rentabilidad siguen siendo muy variables debido a los vaivenes que atraviesa la economía local.
¿Que valor va a tener el dólar y, por ende, los insumos dolarizados de la producción?
¿Que va a pasar con el combustible, gas oil, que aumentó más de 40% en los últimos 12 meses y que ahora, la nueva suba que estaba programada de 6%-7%, fue postergada para julio?.
¿Que va a pasar con los fletes?
Por el lado del clima, las perspectivas van mejorando con la recuperación de las alicaídas napas tras la seca, aunque sigue la pregunta sobre las condiciones para entrar en los potreros si continuan los temporales con largos períodos de lloviznas y nublados, que no dejan orear los potreros . Con “falta de piso” no se puede terminar la cosecha, ni encarar la siembra.
Por supuesto que los productores querrían repetir el área triguera del año pasado, de alrededor de 6 millones de hectáreas, lo que a U$S 350 de costo de implantación por hectárea representa más de U$S 2.000 millones, si se hace todo lo que se debe en materia de herbicidas, fertilizantes y control de eventuales plagas. Con eso, y muy buen clima, la Argentina podría llegar al récord de 20 millones de toneladas de trigo, y con muy buena calidad, algo que últimamente fue bastante esquivo por el poco uso de fertilizantes ante la escasa rentabilidad.
Si bien no son tantos los recursos con que cuentan los productores, parte de ventas de granos postergadas, ciertas líneas de crédito de bancos oficiales (Nación, Provincia, Ciudad…), y de los privados, más la ampliación de algunos créditos comerciales de empresas proveedoras de insumos, completarían una oferta de liquidez que haría factible ese escenario, muy bueno también para el país, porque permitiría el ingreso de divisas genuinas de exportación ya en el primer trimestre del año, tanto por venta de granos (especialmente a Brasil que demanda entre 8 y 10 millones de toneladas) como de harina tema que, sin duda, es clave para el Gobierno en un año de elecciones presidenciales.
Lo que más de uno se pregunta es si las condiciones actuales son favorables para que, aún teniéndolos disponibles, se pueden “enterrar” 2.000 millones de dólares durante 6 meses, sujetos a los avatares climáticos y de los mercados internacionales cuando, internamente, la tasa de interés ronda el 40% y la mayoría no tiene claro en que nivel se puede estabilizar finalmente el dólar…
Es cierto que la vocación de los productores es mantener los potreros ocupados, actualizar la maquinaria. rotar los cultivos y, si se puede, volver un poco a la ganadería vacuna, pero finalmente es la “economía”, la que va a decidir hacia donde se va a inclinar la balanza y de eso, sin duda, no se puede culpar a los productores.
Los ejemplos más cercanos fueron la “sojización”, de la década pasada, cuando por las restricciones oficiales para exportar otros granos, finalmente se terminó haciendo mayoritariamente soja, o la fuerte salida de la ganadería del corazón de la Pampa Húmeda, para replegarse en zonas mucho menos favorecidas, debido a la muy baja rentabilidad que llegó a tener.
Ambos casos, entre otros muchos, provocaron fuertes desequilibrios ambientales, y también comerciales (se perdieron cantidad de mercados) hasta el punto que hubo que “contrabandear” trigo en 2013 por la escasez interna del grano, todo lo cual generó graves daños económicos aún no totalmente evaluados.
Por eso, entre otros ejemplos, esto demuestra que, finalmente, los productores pueden jugar a la perinola, pero no a la ruleta rusa….