El Diario de...

Susana Merlo

Una mirada distinta de la Agroindustria

A la hora de buscar justificativos, cualquiera es bueno…

Al menos, así parecen pensar en el Gobierno respecto a la mala perfomance de las exportaciones locales en los últimos períodos.

Es que al margen del estancamiento del crecimiento de la economía mundial, que frena las compras, y la caída de los precios internacionales de los principales rubros de exportación argentino (por la misma razón), se agregan una serie de factores que agudizan la caída.

Entre ellos, el principal al que echaron mano algunos funcionarios, es la complicada situación por la que atraviesa Rusia, que últimamente, y por distintas razones, se había convertido en uno de los importantes clientes de Argentina, aunque en rubros muy particulares: frutas, carnes cocidas, un poco de leche y no mucho más.

Sin embargo, a poco de analizar el comportamiento de las ventas al exterior de los distintos rubros alimentarios (que siguen constituyendo la base de la exportaciones locales), surge claramente que, prácticamente todos los ítems están sufriendo retrocesos, sea cual fuere su grado de elaboración, e independientemente de su destino.

No solo los que iban a Rusia…

Y, cuanto más alejados están los productos de los puertos de salida, mayor es la caída.

Desde los vinos, hasta las frutillas de Coronda; desde la pesca hasta la carne vacuna cuyas exportaciones apenas alcanzan al 5% de la producción.

Desde la leche que cayó a 20% de lo producido, hasta el trigo cuyo volumen anual apenas araña la mitad de lo que se llegó a producir en los ´90…

Los polleros están en crisis por la falta de exportaciones, igual que los citricultores; y los productores de peras y manzanas piden ayudas extra para “sobrevivir” a la situación que se plantea este año.

El problema es que si no se adoptan medidas de inmediato, los niveles de producción se van a resentir más aún, acelerándose el círculo vicioso a causa de la fuerte presión impositiva y el aumento de costos, lo que incluye a los fletes
. Esto, que hace unos años atrás cobró fama como el “costo argentino”, hoy está absolutamente desbordado y hasta saca de competencia hasta a la mediática soja –el yuyo- que en este ciclo dejó de sembrarse en varias de las regiones más alejadas, por falta de renta. Algunos consideran, por ejemplo, que no resulta rentable producirla cuando el transporte implica más de 400 km…

El tema es complejo, y no solo económico, sino que tiene impacto fuertemente social, ya que la economía de muchas localidades gira solo alrededor de la actividad agropecuaria
, y de alguna fábrica relacionada con alimentos (frigorífico, usina, molino, fábrica de balanceados, maquinaria agrícola, etc.).

El punto es que si no se vende, no se puede (ni debe) producir
…!.Una verdad de Perogruyo!!.

Y “vender” implica, por un lado el mercado interno, que está abastecido y que hoy por hoy estaría en el techo de su poder de compra; y la otra pata son las exportaciones.

Si solo se trabaja para el mercado interno, entonces ahora hay que ponerle límites a la producción de alimentos, para que no haya remanentes que terminen destrozando el mercado local
. De trigo no habría que hacer más de 5-6 millones de toneladas, en lugar de los 10-11 actuales. En el caso de la leche habría que bajar alrededor de 30% los volúmenes, y así sucesivamente con frutas, vinos, harinas aceites, lácteos, etc. Esto, naturalmente, llevaría a acentuar el cierre de plantas industriales, como viene ocurriendo en estos últimos años.

Una forma de evitar este escenario es producir más, y exportar esos volúmenes plus a los países demandantes. También una obviedad…

Sin embargo, a la luz de los hechos, no lo es tanto ya que hay un elemento en el que coinciden todas las opiniones y que lo ubican como el factor central que, hasta no hace mucho limitaba las exportaciones y que hoy, directamente, la está impidiendo: el tipo de cambio, lo que en la jerga diaria se define como “el valor del dólar”·

Y es en ese frente donde Argentina perdió más. Porque, los vecinos devaluaron, manteniendo su competividad, mientras que Argentina, que acomodó el cambio a principios del año pasado, ya se “comió” la ganancia de entonces y, para colmo, el “costo argentino” sigue subiendo y restando competitividad internacional a los productos locales.

Resultado: prácticamente nadie puede exportar
. Los que analizan la moneda sostienen que para mantener el nivel de 2006-7, el dólar ahora debería estar a alrededor de $ 14 y, al margen de la baja estrepitosa de la balanza comercial, el impacto social negativo por la caída de la actividad industrial se hace sentir ya en todos los frentes.

Por eso, parafraseando a algún presidente de los Estados Unidos, cuando a una pregunta contestó: “Es la economía, estúpido…!!”, aquí habría que decir: “!!Es el dólar…!!”, (con el calificativo que usted quiera).

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