Escribe Susana Merlo
Lamentablemente, en las últimas décadas la coyuntura siempre se impuso. El árbol nunca dejó ver el bosque, y la falta de planes estratégicos (más allá del poder, por el poder en si mismo) de parte de los sucesivos gobiernos, también fue determinante para que los “buenos vientos» resultaran siempre esquivos para la Argentina, que paulatinamente fue quedan atrás respecto hasta de los vecinos.
El último dato de vacunación ´25 marca otro retroceso de más de 1,2 millón de cabezas para el stock vacuno, que ya ronda los 49 millones de cabezas, y no hace falta mencionar cuales fueron los resultados agrícolas, la caída en montes frutales, o la lechería estancada desde los ´90, entre otros tantos rubros.
Ahora, sin embargo, comienzan a aparecer leves indicios de reversión de algunas de estas tendencias bajistas y, aunque sigue sin haber planes explícitos oficiales, la sola “no” intromisión del Gobierno en los mercados, la caída de la inflación interna, y los mejores precios internacionales en algunos rubros, están permitiendo la reactivación de varias carnes (vacuna, aviar), leche, huevos, etc.
Por supuesto, que también los recortes en las retenciones, recién anunciados por el Gobierno, permiten ir consolidando un horizonte de certeza, imprescindible para la actividad agropecuaria, de mediano y largo plazo.
Con apenas ese puñado de señales, aunque con precios agrícolas internacionales debilitados, y si el clima local ayuda, es muy probable que esta próxima cosecha 25/26 supere aquel dudoso récord “inflado” de 146 millones de toneladas, del 2018/19…..
Pero además, el momento vuelve a ser casi único para el país. En primer lugar porque parte de un piso muy bajo con lo cual “crecer” debiera ser relativamente fácil. De hecho, de haberse mantenido la tendencia de los ´90, ahora la cosecha ya tendría que rondar los 180 millones de toneladas, solo por citar un caso.
Pero, lo más interesante sigue viniendo del lado del mercado internacional, y es ahí donde parecen presentarse las mayores posibilidades según los datos presentados por la Fundación Producir Conservando (FPC) uno de los pocos “think thank” agroindustriales (serios) del país.
Es que partiendo del hecho para nada menor de estar “lejos” de las principales áreas de conflicto bélico, tener un vasto territorio, mucha agua dulce y muy escasa población (para la extensión que tiene), la Argentina se vuelve a comenzar a mirar como una región promisoria. Es uno de los pocos países en condiciones de crecer en su producción agroindustrial y, a diferencia del Viejo Continente, o los países muy desarrollados, cuenta con ventajas para cumplir con las crecientes exigencias ambientales que debe imponer el mundo para frenar la creciente contaminación, básicamente por acción de las industrias y el transporte.
Dicho esto, y a pesar de los veganos, y de los que hablan de “comida sintética”, y otras yerbas, los pronósticos prevén que la demanda mundial de alimentos, con alrededor de 9.000 millones de habitantes para dentro de 10 años, seguirán en aumento con los mayores crecimientos liderados por India, seguidos por China y luego Africa, por lo que se espera un aumento del consumo mundial de, al menos, 10% en la próxima década, en granos y sus subproductos, lo que duplicará el comercio mundial en ese lapso.
También se estima, según la OCDE/FAO, un fuerte aumento en el consumo de biocombustibles que llegaría a 50% de la participación de energía total para el 2033.
Lo mismo ocurre con todas las carnes (Vacuna, aviar, cerdo), lo que llevaría el comercio mundial de carne roja a más de 13,5 millones de toneladas ( + 10%), lo que permitiría a la Argentina colocar entre 1,4 y 1,6 millón de toneladas, duplicando su volumen actual de exportaciones (siempre y cuando se revierta la tendencia actual a la caída).
También la avicultura estaría duplicando sus ventas al exterior, y hasta la lechería, estancada hasta hace poco, podría lograr un crecimiento acumulado de 4% anual, hasta llevándola a más de 14.000 millones de litros en 5-8 años.
Según la Fundación Producir Conservando, esto llevaría a que Argentina , en un quinquenio podría estar exportando alrededor de U$S 60.000 millones anuales, solo por granos y sus subproductos, leche, carne vacuna, y carne aviar que son, por ahora, los rubros más voluminosos.
Tal cifra se ubica unos U$S 20.000 millones/año (!) por encima de los montos actuales. A su vez, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) calculó en incremento en unos U$S 29.000 millones/año, para la próxima década.
Pero el impacto económico va mucho más allá que estas cifras, por la reactivación económica que implicaría este crecimiento en todas las regiones. Logística, transporte, sistemas financieros, insumos, combustibles, una inmensa maquinaria productiva poniéndose en marcha y, naturalmente, absorbiendo mano de obra, que cada vez deberá ser más especializada.
Pero puede el país enfrentar semejante desafío??. En las condiciones actuales definitivamente no….
Falta infraestructura de todos los tipos: caminos, trenes, la Hidrovía, aviones, aduanas secas, conectividad, ….
Falta una feroz reforma tributaria, y una igualmente profunda en materia laboral que permita cubrir formalmente los nuevos puestos de trabajo y, por sobre todo, un inmediato replanteo educativo que lleve las últimas tecnologías a todos los rincones del territorio, para que el país esté preparada para el desafío.
Por eso, la cuestión no es solo de un gobierno (el actual), sino también de los legisladores, las organizaciones del sector, los gobiernos provinciales (actuales y futuros), y también, de los legisladores en todos los niveles, que deben preparar las leyes para el futuro, y no para el pasado como ocurre ahora.
¿Podrá Argentina salir esta vez, o volverá a perder el tren??