Aún antes de los últimos acontecimientos alrededor de la deuda y los holdouts, ya la situación económica del país era muy complicada en general, y para las empresas en particular, más grave aún en pequeñas localidades en las que, tal vez, hay apenas 1-2 pymes hoy por hoy jaqueadas por impuestos, costos crecientes y caída de la demanda, cuando no directamente cerradas por imposibilidad de mantenerse.
Esto, que ya se planteaba hace dos meses atrás en la columna “El Interior ya está parado” (10-5-14) se ve ahora en una magnitud aparentemente imprevista para la mayoría, y en la que la falta de resolución del conflicto con los acreedores (sean o no “buitres”), también cobra una trascendencia especial ya que, de mantenerse, el único camino que puede recorrer es el del empeoramiento.
Para entenderlo fácil: la Argentina se achicó de golpe: compra poco, vende menos, se cae la demanda interna, y los capitales externos no vienen porque no se les dan las mínimas seguridades como para que lo hagan. La conclusión, al mejor estilo Doña Rosa, es que no hay plata. Falta circulante. Se enfría la economía.
El famoso círculo vicioso.
Claro que si, además, se pierde un juicio internacional, y se incumple la sentencia del mismo tribunal que se aceptó cuando se emitió la deuda (en este caso, el de Nueva York), entonces ocurre que los pocos que todavía tenían cierto tipo de crédito, préstamo, o financiación, como podían ser algunas provincias y/o empresas, pierden también esa posibilidad, ya que el “riesgo” de cobro crece en forma exponencial.
Y eso está pasando con la Argentina. Le están sacando “bolilla negra” como pagador…
Para el campo el tema es particularmente grave, pues su principal producción: los alimentos, enfrentan por un lado, el debilitamiento paulatino del mercado interno que es su “pata” principal en casi todos los rubros; pero también, el Gobierno le impuso sucesivas restricciones para exportar que ahora, juicio mediante, pueden verse más afectadas todavía por falta de financiación internacional para vender, sin contar los “castigos”, “embargos”, y otras sanciones que puede generar la falta de un acuerdo en el conflicto jurídico de estatus internacional.
Por supuesto, valen las mismas consideraciones para cualquier clase de crédito comercial del exterior si, efectivamente, se cayera en el temido default. La suspensión sería inmediata.
Así las cosas, surge la pregunta más elemental: ¿Cómo se puede producir sin plata?.
El campo está arrancando, ya atrasado, con la estratégica campaña agrícola 2014/15, que es la que brindará divisas de exportación a partir de diciembre-enero con el trigo; aunque el grueso se dará a partir de marzo-abril con las exportaciones de maíz, soja, etc. Sin embargo, hasta ahora, las ventas de los insumos para llevarla adelante son extremadamente bajas, lo mismo que las de maquinarias y equipos.
Es inocultable que la cadena de producción está resentida, y que el nivel de endeudamiento está creciendo en forma cada vez más acelerada en todos los eslabones, lo que es particularmente evidente en algunas localidades donde se concentra más la comercialización y/o la provisión de insumos o servicios, tal el caso de Rosario.
Para los que tienen “memoria”, uno de los indicadores claros es el aumento en el nivel de irregularidad de los cheques.
Así, todo apunta al achicamiento de lo productivo, en contraposición al aumento de las deudas. De ahí que varios analistas prevean ahora, no solo el estancamiento del famoso PBI de la “década ganada”, sino la caída del mismo en niveles que pueden superar el 2,5% (negativo) para este año.
Pero lo más llamativo es que, mayoritariamente, no parece haber conciencia de la gravedad de la situación. En el “campo” hasta ahora la alternativa elegida es solo la “inmovilidad”. No hacer casi nada “esperando que aclare”. El problema es que los tiempos de la naturaleza no son los mismos que los de la política, o los de la economía. Dentro de 2 meses va a ser tarde para muchas cosas y habrá que esperar, en ese caso, a mayo-junio del año que viene.
Por eso, al igual que en el Titanic, cuyos pasajeros, despreocupados, bailaban en la cubierta mientras el tremendo transatlántico, herido de muerte, se hundía, ahora las autoridades deberían adoptar las medidas y decisiones imprescindibles para alejar, primero, semejante posibilidad, y luego, para poder retomar el camino de la producción con el aprendizaje de los errores cometidos.