El saber popular dice que “las mujeres son contradictorias”, que cuando dicen que “no pasa nada”, pasa de todo; que cuando dicen “no”, en realidad quieren decir si, o al menos, “tal vez”, etc., etc., etc.
¿Qué correspondería decir entonces de un gobierno cuyo “relato” se da de patadas con los hechos y que si necesita algo, como dólares, aborta la posibilidad de conseguirlos en la forma más genuina que tiene, cerrando las exportaciones agroindustriales??.
Es difícil encontrar alguna explicación razonable a semejante comportamiento y por eso, seguramente, el ya bajo nivel de inversiones, ahora reducido solo a los capitales locales, sigue bajando aceleradamente. Nadie juega su capital a una campaña de futuro algo más que incierto, ya que a los riesgos propios de cualquier negocio, que en el caso agropecuario agrega, además, el riesgo climático, suma la ruleta rusa de la discrecionalidad de algún funcionario de segundo o tercer nivel que, de la noche a la mañana puede obstruir, recortar, suspender, o restringir un negocio de venta al exterior que llevó varios años conseguir, y un monto significativo de inversión para producir.
Lamentablemente, los ejemplos de las contradicciones oficiales, se siguen multiplicando geométricamente.
Uno de los casos más extremos es la desbordada presión fiscal que, lejos de volcarse en servicios, infraestructura, etc. que, entre otras cosas, serviría para bajar el hoy muy alto “costo argentino” (que le resta competitividad a la producción nacional), se utiliza casi en forma excluyente para afrontar el desmadrado gasto público, especialmente el corriente, en gran medida, “clientelista”. Pero, a su vez, esos dineros recaudados del sector privado, son los montos que se le siguen restando a la producción, al consumo, y a las inversiones. Se “exprime” impositivamente al sector privado, restándole fondos que van a parar, en el mejor de los casos, a pagar la ineficiencia de la administración pública.
En tanto, el dinero “prestable”, además de escaso, es carísimo y no soportable por el grueso del esquema productivo local.
A su vez, los costos laborales son tan altos, que hasta los propios empleados prefieren la “irregularidad” para evitar semejantes quitas. Se debilita la ética del trabajo, se desalientan los puestos genuinos, y se favorece lo que se dice combatir.
Plantear el conflicto entre el nivel de la tasa de interés versus el dólar, en moneda reciente que, además, desnuda las contradicciones y enfrentamientos en el seno del propio gobierno, en este caso, entre el Ministro de Economía, Axel Kicillof y el titular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega.
Sin embargo, mientras todo esto sucede a los ojos de la gente (ya que desde hace tiempo dejó de ocultarse, y eso que hasta hubo rounds de box, cruces de gruesas palabras en público, etc.), el “relato” oficial sigue hablado del cuidado de las PYMES, de la defensa de las fuentes de trabajo, del interés de los mercados externos para la colocación de las exportaciones…
En tanto las declaraciones oficiales apuntan al incremento de la producción, los “récords”, el país federal, y otros postulados no discutibles, la realidad más cruda muestra sectores enteros de la población marginados, y regiones cada vez mayores que van quedando fuera de cualquier posibilidad competitiva de producir, condenándolas a la extinción.
Tal es la contradicción que, solo por citar un caso, mientras una delegación oficial trataba de “vender” carne vacuna en Rusia, otro grupo de funcionarios restringía, en Buenos Aires, las ventas al exterior de este producto, el más reconocido internacionalmente, prácticamente un emblema argentino.
Lamentablemente no fue el único caso. En especial los alimentos vienen sufriendo restricciones y manoseos de este tipo desde hace años, como el trigo, maíz, la leche, carne, o alguna fruta, varios de los cuales volvieron a caer en las imprevistas e inexplicables restricciones de exportación, en estas últimas semanas.
Tanto es así, que hasta en estos días, Brasil atribuyó parte de su crisis económica, al hecho de que “Argentina no vende”, desbalanceando unilateralmente los flujos de comercio, y obligándolo a buscar otros mercados proveedores, tal vez, menos convenientes. El ejemplo más patético fue el trigo, que llevó a que los brasileños debieran comprarlo en Rusia, Canadá, o Estados Unidos. Por supuesto, que Argentina perdió ese estratégico mercado.
Pero, entonces como? , ¿no era que la Argentina necesita dólares en este momento?, se preguntan afuera y adentro del país.
Peor aún, si la Argentina necesita fondos de inversión que le están resultando cada vez más esquivos, ¿Por qué, con sus propias marchas y contramarchas, aumenta la incertidumbre, que es uno de los peores efectos a la hora de definir una inversión de mediano y largo plazo??.
Lo que queda en evidencia, es que puede haber cosas bastante más “contradictorias” que una mujer, aunque seguramente no faltará quien atribuya lo que sucede hoy en el país al hecho de que sea, justamente una mujer la que está al frente del Gobierno…