El Diario de...

Susana Merlo

Una mirada distinta de la Agroindustria

11-04-2025-   (Especial de SM para Revista Chacra) Cuando se analizan analizan los principales “players”, o participantes del comercio mundial de carne, Australia aparece siempre entre los primeros, y con varias coincidencias con la Argentina. Está en el Hemisferio Sur; tiene grandes extensiones productivas; es agropecuario y minero, y otra serie de cuestiones que los asemejan. Tanto así, que algunos creen que es el “modelo” que Argentina debe seguir para su producción vacuna, dado que está en prácticamente todos los mercados (EE.UU., Japón, Corea, China, etc.).

Esta posición se sustenta tanto en el carácter extensivo de la producción australiana, como en el gran porcentaje de explotaciones “a pasto”, y en la gran mestización de su hacienda con razas inglesas y cebuinas, pero las similitudes no van mucho más allá.

Para darse una idea, los australianos poseen un rodeo vacuno que ronda las 29 millones de cabezas, y tienen un consumo de algo menos de 40 kilos/habitante/año. Pero el 70% se exporta superando 1,5 millón de toneladas/año de “carne” (2º o 3º exportador, según el año), y cerca de 700.000 animales en pie/año (2º exportador mundial), especialmente al sudeste asiático, aunque ahora retomaría también estas ventas a EE.UU. y a México, con destino a los feed lot.

Y eso lo logran con grandes limitaciones, tanto de clima y suelo, ya que gran parte del territorio es árido, y con una notable falta de personal que los obligó a apelar a todas las opciones tecnológicas y “biológicas” posibles. Y esto incluye desde el “¨chipeo”, ya que además de la trazabilidad, manejan muchos rodeos directamente en forma remota (con apertura y cierre automático de las tranqueras, dosificación de las raciones y el agua, etc., etc.), gracias a la identificación electrónica de los animales; y la monitorización de la salud y la productividad a través de sensores y drones. Pero también cuentan con más de 250.000 perros adiestrados para “mover” los rodeos, y hacen arreos hasta con helicópteros, debido a las distancias, y a la falta de personal.

Todo esto es unos 25.000 establecimientos ganaderos, de los cuales cerca de 3.000 también hacen ovejas.

Demás está decir que para mantener los altos estándares de producción, la producción y el Gobierno, diseñaron normas y sistemas que resguardan la calidad, la integridad y la trazabilidad de los productos, que se registran en “Safemeat”, un comité que garantiza que todo cumpla con los más altos estándares de seguridad desde el campo hasta el consumidor.

Según el especialista Ignacio Iriarte, el “éxito” de Australia se debió (y se debe) “a la libertad total con que pudieron trabajar desde siempre”. Se podría agregar que, además, a la indeclinable vocación exportadora que muestran, y que los lleva a producir “lo que los clientes les quieren comprar, y en la forma que necesitan el producto”. Tienen a pasto, hay feed lot, y exportan en pie.

Argentina, por su parte, tiene un rodeo 80% más grande, pero con índices de extracción 10-12 puntos inferiores. La trazabilidad es aún escasa, y el chipeo solo existe en algunos rodeos particulares. Se exportan unas 900.000 toneladas de cortes, y el consumo ronda los 50 kilos/habitante/año. Además, recién ahora se volvió a autorizar la exportación en pié.

Es evidente que las diferencias productivas son muy grandes, igual que los sistemas de seguridad y trazabilidad comercial.

Sin embargo, lo que más parece diferenciar a ambos países es la “vocación exportadora, que no está tan internalizada localmente. La idea de “vender lo que sobra”, y “cuidar la mesa de los argentinos”, sin duda tuvo bastante que ver con este resultado de falta de eficiencia y de descuido en los costos de toda la cadena que aún prevalece, y que hacen a la Argentina menos competitiva.

Y si no, solo basta mirar cuanto se exporta de carne vacuna desde la Patagonia, región teóricamente en el top sanitario mundial, y sin vacunación, que está en condiciones de “entrar” (teóricamente) a cualquier mercado del mundo.

 

Compartir: