Escribe Susana Merlo
En medio del tembladeral económico que provocó el fugaz movimiento de las retenciones, y de las lluvias que tienen a mal traer a una de las zonas agrícolas más activa del país, como es el corazón de la Pampa Húmeda (norte y centro de la provincia de Buenos Aires), la otrora reina de los cultivos, la soja, parece querer recuperar cierto terreno.
Las razones son dos y bien distintas. La buena, pero más “emocional” es la creencia de no pocos productores que para la cosecha (o, tal vez, un poco antes) puede llegar a producirse un nuevo recorte del impuesto a la exportación (DEx) que pesa sobre la oleaginosa, bajándolo de los 26 puntos actuales, tal vez, a 18 o 20. En esto también influiría el eventual acuerdo con la Unión Europea (que se pretende firmar a fin de año) que contempla la “eliminación” de todas las retenciones, excepto la de la soja que tendría un cronograma explícito de baja. Según el analista Maximiliano Moreno, (el acuerdo) “establece límites precisos en materia de DEX y prohíbe el establecimiento de cupos a la exportación y licencias no automáticas”.
La otra causa, más realista, pero menos agradable, es que hay muchas de las mejores hectáreas de cultivo del país que están anegadas (se calculan a fines de este septiembre, alrededor de 4 millones), y que la ventana de siembra del maíz se está achicando. En ese caso, no sería improbable que parte de tales extensiones se puedan volcar a la soja, en la medida que el agua vaya bajando, y para eso hay tiempo hasta fin de año, o un poco más, con la oleaginosa.
Igual, y aún sin contar con esto, se estima que la superficie sembrada va a ser similar a la del año pasado de, al menos, 16,5-17 millones de hectáreas, pero con una mayor aplicación de insumos, y con una humedad que (donde no está inundado) es casi perfecta, por lo que se calcula que los rendimientos van a aumentar permitiendo que, nuevamente, el codiciado poroto, pueda superar las 50 millones de toneladas, según afirmaron en la reunión de AcSoja de la semana pasada, en la Bolsa de Comercio de Rosario.
Ya ese resultado, aunque magro, resultaría alentador considerando que desde la campaña 18/19 no se superan los 50 millones de toneladas (incluyendo el “piso” de 25 millones de tn del ciclo 22/23), y todavía se está muy lejos del récord de más de 60 millones de hace 10 años, cuando el cultivo todavía crecía tendiendo a justificar, al menos, el 80%-85% de la capacidad instalada industrial, sin necesidad de tener que importar poroto de Brasil y de Paraguay como ocurre en la actualidad..
Y, si bien es cierto que las cotizaciones internacionales son comparativamente bajas, y es probable que sigan así durante los próximos meses, hasta que terminen las cosechas de los EE.UU. y luego de Brasil, los dos grandes competidores de la Argentina, no es menos cierto que el cultivo de soja es bastante más barato que el de maíz (entre U$S 150/200/ha promedio), y que la resistencia a distintos agentes y problemas climáticos es suficiente como para que alguno la llame “yuyo”…
Y, si a todo esto, se le agrega una cierta especulación respecto a una eventual recuperación de cotizaciones para mayo ´26, antes de la siembra en el Hemisferio Norte, que podría ser menor por los bajos precios de esta campaña, entonces, la soja lograría en esta campaña local un pequeño salto de recuperación.
Pero hay mucho por hacer, como señal el titular de AcSoja, Rodolfo Rossi. Por de pronto, Argentina es el país con menor rendimiento por hectárea entre los grandes productores, ya que EE.UU. promedia 3,4 tn por hectárea; Brasil 3,5 tn/ha, y Argentina apenas 2,9 tn/ha.
Y esto, además del clima, está ligado a la cantidad y calidad de los insumos que se utilicen “sin estímulos de largo plazo no hay adopción de tecnología, para lograr el salto productivo”, alertó Rossi, antes de destacar que, a pesar de esto, el complejo sojero justificó el año pasado (2024) casi U$S 20.000 millones en exportaciones.
Pero, por supuesto, que el potencial es mucho mayor, y el primer objetivo es cerrar la brecha de rendimientos. En ese sentido, durante el seminario se presentaron 4 diferencias fundamentales con los competidores (EE.UU. y Brasil). En primer lugar, la propiedad intelectual que, mientras en Argentina alcanza apenas el 42% (especialmente en semillas), en Brasil y EEUU llega al 80% y 100%, respectivamente.
El segundo aspecto es el ya mencionado rendimiento, que se ubica en – 500kilos/ha debido a las menores inversiones en fertilización, riego, genética, etc..
El tercer puesto es para el aumento de rinde anual logrado por la genética, puesto que mientras en Argentina fue de 20 kilos/hectárea en los últimos 20 años, en los otros dos productores alcanzó los 46 kilos por hectárea y por año.
Y finalmente aparece el acceso a la biotecnología, en la que Argentina lideró la región en los ´90, y para la que ahora hay solo 3 materiales comercializables, mientras que Brasil ya cuenta con 5 (suma las Intactas 1 y 2) y los EEUU con 7.
Pero si es interesante repasar las herramientas para salir del estancamiento/retroceso (de hecho, el crushing hace 10 años que no crece en la Argentina), mucho más interesante resulta el trabajo que realizó la propia Bolsa de Rosario donde se proyecta que ya para el 2027 la soja podría superar los 70 millones de tn/año, con una conjunción de mejoras logísticas y eliminación de Derechos de Exportación (DEx), partiendo de una estimación 25/26 que anticipa un nivel de industrialización en torno a los 42,5mill. de tn, con soja de importaciones para crush por 6,5 mill. de tn.
De la mano de la analista Emilce Terré se fueron mostrando distintos escenarios, con el de máxima mostrando que con achicamiento de la brecha de rendimientos, mejora de la logística, y retenciones de 0% (cero), la cadena agroindustrial sojera podría sumar exportaciones por U$S 62.500 millones adicionales a lo largo de la próxima década.
En ese caso, las proyecciones a una década (pero, seguramente sería mucho menos por los avances tecnológicos) indica que con una producción por sobre los 70 millones de toneladas, se puede contar con un crushing de más de 55 millones de tn; y con exportaciones de 9 millones de tn de poroto, de 38,5 millones de harina, de más de 8 millones de tn de aceite, y de 1,5 millón de biocombustible, al margen del geométrico crecimiento del consumo interno para alimentación animal y biocombustible, se destacó en AcSoja.
Por ahora, sin embargo, con 50 millones de toneladas de cosecha (o algo más), a pesar de la brecha, de la falta de infraestructura, y de las retenciones, ya sería suficiente.