El Diario de...

Susana Merlo

Una mirada distinta de la Agroindustria

Escribe Susana Merlo

 

En apenas 15 años Argentina estará transitado el 2040 y, a la hora de fijar un objetivo, la expectativa de máxima debería ser que el país recuperara la potencia productiva de principios del siglo pasado, pero con la tecnología de hoy.

¿Una fantasía?. Tal vez, no…

¿Que nos diferencia de entonces?. Entre otras cosas, había inmigración europea con creciente mano de obra, mucha de ella  calificada para la agricultura, y atraída también por los títulos que se daban a la propiedad de la tierra. Se contaba con un rodeo vacuno creciente, y mestizado por razas inglesas de gran calidad.

La majada ovina eran inmensa (más de 74 millones de ovejas).

Había trenes y barcos.

Puentes, alcantarillas y terraplenes hechos por los ingleses (que nunca se inundaban).

Argentina era una potencia exportadora, donde se respetaba la propiedad privada como lo fija la Constitución, y existía libertad de mercado, sin retenciones.

Ya con eso sería suficiente para dar un salto exponencial en materia de producción, y no es para nada alocado.

De hecho, es bastante similar a lo que hizo Brasil en las últimas dos décadas.

Sin duda ahora, además del cambio de año que siempre impulsa a los balances, se enfrenta un punto de inflexión mundial en materia política y tecnológica, con grandes cambios que se venían gestando, pero que en el último quinquenio crecieron en forma exponencial cambiando costumbres y conductas y, aunque todavía no se evaluaron totalmente en su instrumentación, van a permitir grandes mejoras, y también algunos retrocesos que se irán corrigiendo con el tiempo.

Ante eso, y como en todo momento de cambio, se genera un    replanteo de objetivos, por lo que sería muy  interesante que, más allá del Gobierno de turno, el mismo sector delineara un marco propio, con metas de mediano plazo (una o dos décadas), para implementar un futuro que está al alcance de la mano.

No es posible avanzar realmente, viviendo solo en la coyuntura. Menos aún en el campo.

Pero a diferencia de lo que ocurría hace un siglo atrás, cuando eran los propios emprendedores los que impulsaban los avances, ahora, pareciera que el trabajo se reduce más al ”tranqueras adentro”, o al “beneficio propio”, mientras se dejan las grandes decisiones estratégicas y estructurales en manos de los gobiernos, que es lo mismo que decir, de los “políticos”, mientras que la sociedad local parece resistir cada vez más a participar de la POLITICA (con mayúscula) y los jóvenes hasta rechazan ir a votar cada dos años.

Los galeses introdujeron el alambrado en hacia fines de 1.800, Pereyra los Hereford., Eduardo Olivera encabezó la primera exposición rural, y así sucesivamente. Eran todos emprendedores, privados, que arrastraban a sus pares…

Este año la agroindustria va a exportar alrededor de U$S 50.000 millones, además de alimentar a 47 millones de argentinos y unos 6-8 millones de turistas; y mueve la economía de todo el territorio.

Sin embargo, podría estar exportando prácticamente el doble, si hubiera habido continuidad, reglas claras, y menos medidas de corte antiproductivo.

En ese caso estaríamos hablando de unos 180 millones de toneladas de granos (vs 148 millones), un rodeo vacuno de 65-70 millones de cabezas (vs 51 millones); al menos 12-15 millones de hectáreas forestadas en lugar de 1,3 millón, y así sucesivamente.

En ese caso, lo primero que pasaría es un colapso porque no hay infraestructura para mover esa mercadería. Faltan caminos, al menos dos hidrovías en lugar de una, los FFCC funcionando a full y ampliado ramales. Habría que disminuir sensiblemente la cantidad de camiones por eficiencia, costo y efecto contaminación. Aumentar exponencialmente el almacenamiento. Y, además, “abrir” los pasos fronterizos hacia todos los puntos pero, priorizar los que permitirían salir hacia el Pacífico, actual destino de nuestras principales exportaciones (sudeste asiático y China).

Las comunicaciones, satélites, fibra óptica , el 5 G tendría que cubrir  todo el territorio pero, además, habría otro gran cuello de botella casi infranqueable: no hay personal calificado para llevar adelante este salto productivo y, menos aún en las zonas rurales, cada vez más deshabitadas, mientras las megaurbes se agrandan.

Revertir esto, primero frenar el “éxodo” interno, y luego cambiar el flujo y volver a las tendencias de principios del siglo XX cuando se avanzaba sobre el país prácticamente vacío, no es tarea de un día, ni de una década.

¿Pero, quién está pensando estos temas?, ¿quienes están dispuestos a plantearlos y defenderlos?, ¿a arriesgarse, y dedicar tiempo para imponerlos, o para frenar lo que va en sentido contrario?.

Sabemos que los tiempos de la política no son los de la producción agropecuaria, pero tampoco lo son las prioridades de unos y otros.

Y, lamentablemente, salvo alguna excepción, los representantes del pueblo, el Congreso, hace tiempo que, además de la coyuntura, solo mira las internas de su facción política (pues ya no se puede hablar ni siquiera de “partidos” como tales).

Como siempre se dice: “nunca son buenos los vientos, cuando no se sabe adonde se va…”

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