De extremo a extremo…

Escribe Susana Merlo

También se podría decir: “una de cal, y una de arena”.
Se está mejor que hace 13 meses atrás?? En el trato, en el republicanismo, en el funcionamiento de los órganos de gobierno, sin duda que si. Es innegable también la distensión de la mayoría de los sectores respecto al gobierno.
Por otro lado, el propio titular del Ejecutivo afirma “recién comenzar a entender” como es su función y, como se sabe, la mayoría de los gobiernos deben hacer “ajustes” y “ cambios” entre el año y año y medio de haber asumido.
Pero, si esto es así en materia política (donde contra la mayoría de las opiniones iniciales, se dieron los mayores logros), en la economía, sin embargo, las dudas son crecientes. Es que después del avance inicial de holds out, devaluación, quita de restricciones al comercio, y recorte de impuestos a la exportación, los avances se fueron frenando hasta detenerse por completo e, incluso, retroceder.
Inflación, sinceramiento de tarifas, aumento de impuestos, suba de combustibles y costo argentino fueron erosionando las mejoras hasta su casi desaparición al punto que más un rubro dice hoy estar en peores condiciones de competitividad que en noviembre de 2015.
Y algo de razón debe haber en los reclamos, ya que el gobierno acaba de cambiar el discurso, y ahora pide “con urgencia” que se racionalice el gasto público, un replanteo en la política impositiva y la urgente adopción de medidas para que se pueda circular por la ciudad de Buenos Aires, jaqueada por piquetes de todos los orígenes imaginables.
La pregunta que surge, inmediatamente, es: ¿Porque el Presidente Macri esperó casi 13 meses para presentar un tema que ya era viejo cuando él asumió en el cargo?
¿Que se hizo en Buenos Aires para evitar los cortes contínuos, durante sus 8 años de administración en la ciudad hasta el 2015?
¿Porque pide a su “equipo” que racionalice el gasto público, y sigue aumentando la cantidad de ministerios, ya exageradamente excedidos en la cantidad que fija la ley?
En síntesis, ¿efectivamente piensa cambiar la plantilla fiscal y disminuir los exagerados gastos del Estado, o es otra estrategia electoral con miras a las votaciones de octubre próximo?
Este es, junto con la seguridad, el principal interrogante con que empresarios, productores, e inversores encaran el año que recién comienza.
Y, si bien “el campo” sigue siendo el sector capaz de soportar más cualquier clase de embate político, e hizo una apuesta importante al principio de la actual gestión, aquí también el entusiasmo se fue aplacando de la mano de las contingencias climáticas, la debilidad de los precios internacionales (debido a cosechas mundiales extraordinarias), y la consecuente baja relativa de la renta.
Sequía extrema, inundaciones, incumplimientos (como la rebaja de 5 puntos en las retenciones de la soja), y otros menesteres convirtieron la expectativa de “boom”, en apenas un “rebote” que, hasta ahora, solo alcanzó para revertir la tendencia bajista en algunos rubros, pero dista en transformarse en el esperado despegue para el que está preparado el campo.
Obvio que, si no se puede exportar, no se debe producir ya que los volúmenes excedentes de la demanda interna, si no se colocan en el exterior, vuelven al propio mercado local como un boomerang y lo destrozan.
Los productores lo saben y “levantan la pata del acelerador”, aunque no querrían hacerlo y, también, porque es mucho riesgo y falta financiación (a tasas razonables con la producción).
Sin embargo, para muchos la confusión sigue, en parte, porque desconocen el tema, en parte porque abundan los “ entusiastas” que quieren mostrar ‘exitos inconsistentes (aunque después se vuelvan en contra), y también porque aún hay baches insoslayables en la información oficial que carece de los ajustes y correcciones que ya se registraron en otras áreas oficiales como el INDEC.
Por supuesto que el desconocimiento es solo para “consumo interno”, ya que en el exterior cuentan con información sobrada sobre la calidad y la cantidad de la producción agroindustrial argentina, hoy por hoy, una de las poquísimas monedas de intercambio que, aunque menguada, sigue quedando.
También, cierto sector del oficialismo que cultiva la teoría de que “no hay que dar malas noticias”, y mejor decir que “esta todo bien”, tiene además seguidores en el sector privado que confunden reversión de la tendencia declinante con crecimiento genuino, o rebote después de tocar casi fondo con “boom”… O, acaso, si la economía cayó 3% en el 2016, y avanza otro tanto en este 2017 se puede decir que se creció?
Lo concreto es que si bien el campo va a mostrar algún avance respecto al ciclo anterior (si el clima, hasta abril-mayo lo permiten), este dista de estar a la altura del potencial que tiene el sector, y que tampoco se demostrará en la campaña que 16/17 que está en marcha.
¿Habrá que esperar, entonces, al 2018?