¡!Moreno lo hizo…!!

Con pocos días de diferencia, el siempre controvertido Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, logró dos hechos impensables hasta hace poco tiempo atrás. En primer lugar, haber repetido, ahora con el trigo, la desastrosa perfomance que 2 años atrás ya había obtenido el Gobierno con la carne vacuna cuando se perdió casi una cuarta parte del rodeo nacional. Ahora, al cereal se lo llevó a su área de siembra más baja en 111 años haciendo peligrar hasta el propio abastecimiento interno. Extraño récord, por cierto.

En segundo lugar, logró, finalmente, que las entidades nacionales del campo nucleadas en la Mesa de Enlace, se dirigieran a los consumidores para explicarles las diferencias de precios (básicamente en los alimentos) entre lo que se recibe en el campo versus lo que se debe pagar en los mostradores.

Y, aunque tal vez el éxito de esta movida no llegue a ser tan arrollador como el de 2008 (cuando la Resolución 125 actuó de disparador de la protesta a nivel nacional, y el conjunto de la sociedad, espontáneamente, adhirió al reclamo), ahora es el propio Gobierno el que está provocando el “acercamiento” entre productores y consumidores y, si éste es medianamente efectivo, no cabe duda que semejante alianza estratégica no va a ser buena para los objetivos de la Administración Kirchner.

En realidad, esto tampoco debiera llamar demasiado la atención a la luz de los resultados que siguen obteniendo con sus políticas en distintos sectores productivos, que incluyen a dos de los rubros más emblemáticos del país: la carne y el trigo.

Entonces, el gran interrogante es: ¿por qué el Gobierno insiste en repetir un esquema que le dio pésimos resultados?

Desde el sentido común la respuesta es imposible.

Argentina, reconocido productor mundial de carne vacuna, perdió más del 20% de su rodeo, desapareció literalmente del mercado internacional, cerraron 150 frigoríficos (unos 15.000 puestos de trabajo) y, lo que es peor, ante la escasez del producto, los consumidores locales tuvieron que pagar precios récord por lo que, obviamente, el consumo doméstico cayó estrepitosamente.

Eso ocurrió en 2011 como resultado, básicamente, de las políticas intervencionistas aplicadas desde 2005, incluyendo el inédito cierre de las exportaciones de carne a principios de 2006.

Y, si bien en los últimos 2 años se produjo cierto reacomodamiento (con la “desaparición” del Gobierno del mercado) y una   recuperación de apenas 4 millones de cabezas de las más de 12 millones que se habían perdido, la tendencia no se mantuvo. Primero se amesetó y ya ahora hay riesgo (cierto) de que se comience a liquidar stock nuevamente.

Mientras tanto, todos los países de alrededor, no sólo crecieron en ese lapso, sino que hoy exportan más carne vacuna que la Argentina.

Como si la experiencia no hubiera sido suficientemente dura (y costosa), el Gobierno ahora se empecina de la misma manera pero con el trigo, logrando ya los primeros “éxitos”: que el área sembrada caiga a su nivel más bajo en 100 años y que se corran riesgos ciertos de desabastecimiento interno, después de haber perdido más de 50 mercados de exportación, incluso el estratégico –y casi cautivo- vecino Brasil.

Al igual que con la carne, los precios internos que deben pagar ahora los consumidores son extremadamente altos, y ni los inspectores de La Cámpora  lograrían abaratarlos. Simplemente, porque hay una regla de oro que dice que: no se controlan precios con déficit de abastecimiento pues, ante la escasez,  siempre va a haber un sector dispuesto a convalidar las  subas con tal de obtener el producto.

Primero se debe generar riqueza, y recién después se la puede distribuir.

Elemental, Watson…

Sin embargo, no parece así para algunos funcionarios que insisten con sus recetas fracasadas, aunque el costo de sus errores los sigan pagando los consumidores y, en definitiva, el país.

Tampoco parece tan obvio para los superiores de esos burócratas, aparentemente no dispuestos a reconocer el más mínimo error, por inocultable que sea…